Resumen
A lo largo de la historia, la ciencia ha avanzado y retrocedido en un laberinto de múltiples dificultades económicas, políticas, religiosas, conflictos bélicos, raciales, xenófobos, etc. En esas condiciones muchas mentes brillantes superaron esos problemas y establecieron las bases para los actuales desarrollos científicos y tecnológicos. Galileo fue encarcelado por la inquisición y obligado a abjurar de sus ideas. Newton tuvo una niñez infeliz que modeló su carácter hosco y solitario. La vida de Lavoisier terminó en la guillotina en el frenesí de la
Revolución Francesa, Faraday tuvo un origen miserable en los barrios periféricos de Londres. Mendeléyev no logró ingresar a la Universidad de Moscú por su origen siberiano. También fue discriminada Marie Curie por ser polaca en la orgullosa Francia de principios del Siglo XX, agravada según las ideas de la época, por su condición de mujer. Peor es el caso de Lise Meitner, descubridora de la fisión nuclear, mujer, judía y extranjera en la Alemania nazi. Bohr y Heisenberg pasaron de una excelente relación de maestro a discípulo, casi de padre a hijo, a un profundo enfrentamiento irreconciliable después de la Segunda Guerra Mundial. Fermi aprovechó su viaje a Estocolmo para recibir su Premio Nobel para huir de la Italia fascista. Alan Turing, padre de la computación que descifró el Código “Enigma” alemán y salvó a Inglaterra del desastre, fue perseguido en lugar de ser condecorado y se suicidó. Y la lista es mucho más extensa. Aparte de sus mentes brillantes, todos ellos han sido ejemplo de tenacidad, voluntad para cambiar sus destinos y deseos de superación que nos deben servir de espejo para esforzarnos, afrontar e intentar vencer nuestras dificultades actuales. Este trabajo trata sobre algunas de estas vidas “geniales”, sus miserias, desgracias, éxitos, y enseñanzas.